Tenía muchas ganas de contaros mi experiencia en Marrakech. Creo que hay sitios que uno debe visitar al menos una vez en la vida, aunque sólo sea para romper barreras y ver que en el lugar más inesperado uno puede sentirte como en los cuentos de las mil y una noches. Porque a tan solo un par de horas de casa existe otro mundo.

Este viaje lo hice con mi hermana y mi marido. Nos adentramos sin vacilación en esas calles amuralladas de colores rojizos, descubriendo bazares que me dejaron sin palabras, tiendas y más tiendas. Vimos millares de alfombras, collares de plata, babuchas, bolsos de piel, etc. Me sentía en la Edad Media: trasladaban la mercancía en burro, había dentistas improvisados en plena calle, e incluso venta ambulante de dentaduras usadas, los barberos exhibían la misma cuchilla que seguramente hace años ya utilizaban… Aun así, no cabe duda de que los marroquíes son muy buenos comerciantes.

Qué encontramos en los mercados respecto al tema culinario:
· Tajine: olla especial para hacer estofados.
· Aceite de cacahuete: muy utilizado en la cocina marroquí para preparar platos salados. Para freír y saltear.
· Especias: para los europeos la comida marroquí es sinónimo de especias. Los puestos de mercado especializados eran espectaculares por su colorido. Las más habituales son la canela, pimienta, clavo y comino pero la que más utilizan ellos es el Ras al Hanout, una mezcla de entre 5 a 30 especias q se suelen utilizar en estofados.
· Postres: uno muy típico es el Majín (dulce de dátiles con frutos secos y miel).
· Couscous y Bulgur: el primero es una sémola cocinada al vapor y el segundo es trigo partido cocinado y secado. Se utiliza como acompañamiento.
· Té: el más típico es el de menta fresca y pese al calor lo toman caliente para acompañar comidas, o tambiém entre horas y por cortesía cuando reciben a alguien en su casa.
· Frutos secos: orejones, almendras, pasas, nueces, pistachos, anacardos y dátiles.
· Encurtidos y limones: las aceitunas llevan unos aliños especiales con hierbas aromáticas y especias y con los limones confitados acompañan, por ejemplo, el Tajín.

¿Dónde hospedaros?
En marrakech existen Riads, pequeños edificios que conservan una estética tradicional marroquí y siempre tienen un patio interior con algún elemento de agua, bien sea una fuente o una piscina. El trato de quien regenta este tipo de negocio es muy personal. Suelen tener servicios de baño turco, etc. Nosotros nos hospedamos en el Riad & Spa Mabrouk. Me encantó, por su estética, por su localización (muy céntrica), y por que cuenta con una terraza para contemplar la cuidad desde lo alto (os resultará curioso ver tantas antenas).
También os recomiendo el Hotel Mamounia, un palacio espectacular con ambiente oriental, y unos jardines impecablemente cuidados. Predomina en su interior el color azul majorelle. Y esculturas en forma de arabesco. Es precioso, y todo un lujo. La única pega es que está alejado del centro de la ciudad.

¿Dónde cenar?
Os cuento una anécdota que espero que os sirva para ser más abiertos a la hora de viajar: llevábamos unos cuantos días y aún no había conseguido comer bien aun habiendo ido a los sitios más lujosos. Mi marido, que conoce muy bien la ciudad, no paraba de insistir para que cenáramos en la plaza Jamaa el Fna donde suelen comer los autóctonos. Por la noche la plaza se transforma y se convierte en un hervidero de gente y de puestos para cenar. A medida que ves pasar el día observas como empiezan a llegar furgonetas (o carros) y sin esperarlo los comerciantes empiezan a armar cocinas y mesas improvisadas. De repente estas dentro de una gran historia, en una plaza llena de humo y ruido, a rebosar de gente, bajo la luz de la luna, y música palpitante árabe como telón de fondo.
Qué experiencia compartir mesa con la gente de allí, y además comer de maravilla, la mejor berenjena asada con zumo de limón de mi vida, pan de pita y calamares rebozados (y a muy buen precio). Era la Krita nº14. Fue un gusto verles trabajar, formaban un gran equipo y sin duda era el puesto con más gente de toda la plaza. Es muy chocante comer junto a 5 botellas de butano, las mismas que abastecían aquella humilde cocina improvisada. Tengo que confesar que por un momento pensé que aquello iba a explotar. Pero no fue así, y por contra tuve una de las mejores cenas de mi vida. Es más, repetimos un par de veces, siempre en el mismo.

Mi mejor momento:
En uno de nuestros paseos nos llamó la atención una pequeña casa, estábamos husmeando cuando el señor nos abrió las puertas. Era un zapatero artesanal. Nos enseñó cómo trabajaba, de manera casi desinteresada. Era admirable, simpático, y fue un momento especial porque veía que era realmente feliz con lo que hacía.

Para visitar:
· El Jardín Majorelle de Yves Saint Laurent: pertenecía al diseñador. Él como yo se enamoró de esta ciudad. Un espacio verde espectacular, colores que hipnotizan, y estanques de peces.
· Los bazares: aquí se cumple lo de «bueno, bonito y barato».
· Los secaderos de piel: una experiencia un poco agridulce, aunque ahora me siento satisfecha de haber ido. El olor es casi inaguantable, tanto que nos dieron hojas de hierbabuena para poder tolerar el paseo por la fábrica. Para llegar hasta allí nos adentramos en calles laberínticas. La verdad es que fue toda una odisea. Intentamos localizarlo por nuestra cuenta en el mapa, pero parecía imposible. En cada esquina aparecía un guía improvisado que quería acompañarnos, (como para fiarme). «Es por aquí es por allí», decían sin parar. Yo lo que sabía era que cada vez las calles eran más estrechas y el ruido bullicioso del centro de desvanecía a lo lejos. Qué miedo, ¡por Dios! Pero al fin, llegamos, y al llegar no lo podía creer, ver trabajar a la gente en esas condiciones fue una lección moral para mí. No estamos para quejarnos. Nos enseñaron los secaderos, que venían a ser una explanada llena de agujeros. Allí tratan la piel con escrementos de Paloma para quitarle el olor, la secan y la tiñen. A continuación la cortan y hacen bolsos. Un trabajo muy duro, sin duda.
· Tampoco os perdáis la mezquita Koutoubia Mosque, o el Palacio Real

Curiosidades: cuando llega la hora del rezo hay altavoces por toda la ciudad que hacen el llamamiento.
Toma nota: la moneda es el dirham.